Un pequeño cuento zen
Una tarde estival paseaba con su aprendiz un maestro zen por los alrededores del monasterio en el que residían. Con el ruido de sus pasos, una garza se asustó, y extendiendo sus alas alzó el vuelo alejándose de ellos. Deseando impresionar a su viejo maestro con su capacidad de observación, el aprendiz, sonriente, le dijo: "Fijáos, maestro cuán humildes y débiles son las aves, que con el sólo ruido de nuestros pasos, la garza ha huído."
El viejo maestro sonrió y no dijo nada, y satisfecho, el aprendiz continuó su camino. Caminaron unos pasos más en silencio, hasta que de súbito, el maestro empezó a golpear violentamente al aprendiz con su cayado: "¡Vuela!", le ordenaba.
El viejo maestro sonrió y no dijo nada, y satisfecho, el aprendiz continuó su camino. Caminaron unos pasos más en silencio, hasta que de súbito, el maestro empezó a golpear violentamente al aprendiz con su cayado: "¡Vuela!", le ordenaba.
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