septiembre 06, 2006

¡Conviértete, infiel!

"Hace poco liberaron a dos periodistas secuestrados en Irak a cambio de que se convirtieran al Islam. Y por unos segundos lo hicieron, qué remedio. Como si les hubieran dicho que confesaran ser el toro que mató a Manolete.
-¿Pero tenemos nosotros cara de toros, oiga?
-O confiesan serlo o me los llevo por delante. Ustedes eligen.
-Declaro solemnemente que soy el toro que empitonó a Manolete. ¡Muuuuu...!
-Y yo, más.
Pese a la estupidez implícita en una conversión a la fuerza, los secuestradores de los periodistas cumplieron su palabra. Los secuestrados fingieron haberse convertido y recuperaron la libertad. Como si una creencia religiosa, algo tan íntimo y no visible, se pudiera imponer a punta de metralleta. Bueno, pues se ve que a ellos les vale. Muera la inteligencia.En la misma onda, leo ahora que otro fanático islamista, apoyado por el número dos de Al Queda (¿existirá de veras esa organización?), insta al mismísimo Bush y a Occidente en general a convertirse al Islam, si no quiere sufrir las consecuencias. Toma ya. Eso es evangelización, proselitismo y afán por convencer a los demás de las creencias propias. ¿Qué es eso, hombre, de ir por las buenas, como un mormón o un misionero católico, a darte palique para ver si te haces de la religión verdadera? Estos nuevos apóstoles del fanatismo islámico lo tienen mucho más claro:
-¡Eh, usted! ¿Practica el Islam?
-No, señor, yo soy ateo.
-Pues se aprende ahora mismo el Corán o lo entierro vivo.
-¡Jesús bendito!
-¡Ajá, de ateo nada! Esto es mucho peor, eres un perro cristiano. Te voy a dar...
-¡Socorro!
Y aún quedarán los que intenten convencernos de la necesidad de tolerancia, diálogo y comprensión respecto a estos muchachos tan piadosos. Ya te digo, Iturriaga. La libertad de los fanáticos, como la de cualquiera, termina exactamente donde empieza la del lector y la mía. La cuestión a no olvidar es que nadie puede llegar al fanatismo sin previo traspaso a fondo de ese límite o raya. Ante los fanáticos, pues, no cabe ya tolerancia de ningún tipo. Es demasiado tarde. O les plantas cara de inmediato o la rana de la Universidad acaba oculta tras un burka y tu en La Glorieta, como genuino toro que empitonó a Manolete.El tolerante Hitler, en fin, nos quiso un día a todos arios. Estos nos quieren hoy a todos islamistas. Pues por lo que a mi respecta, pueden esperar sentados."

(Braulio Llamero, para Tribuna de Salamanca. Autor de el blog El Peatón.)