marzo 13, 2006

Hay tanto que echo de menos

Hoy me desperté con la sensación de que no me sentiría bien. Supe antes de vivirlo que sería un día amargo, o quizás el despertarme y creer eso fuera lo que me llevara a la amargura de este día. Hoy me desperté echando muchas cosas de menos. Eché de menos poder hablar con mi padre en torno al desayuno humeante. Eché de menos tener a alguien a quién despertar en el piso de arriba y bajar juntos a la calle. Eché de menos a viejos compañeros cuando era más pequeño y las responsabilidades y ataduras no existían aún. Eché de menos estrechar su mano y besar sus labios, o mirar los ojos de alguien que quiero, o sentir que alguien me tapaba los ojos por la espalda y sentía su aliento en mi cabeza.

Hoy eché de menos el poder hablar en torno a un té caliente con ella. Hoy eché de menos abrir un libro con la antigua ilusión, eché de menos correr al atardecer por la playa sintiendo cómo la brisa golpeaba en la cara. Hoy me he sentido triste y no he sabido vivir, he desperdiciado horas tirado sin hacer nada y la mente, nublosa, que no quería correr. He sentido todo lo que he perdido, hoy no he sabido escribir lo que he querido, no he sonreído, no he podido reír.

No he sido capaz de escribirle una carta, no he sido capaz de aceptarlo y decírselo a la cara, no he sido capaz de intentar sentirme bien. Hoy he sentido que me he vuelto a perder y he echado de menos que no estés tú para hacerme recorrer el camino de vuelta hacia tus ojos tranquilos.

Y al final siento que lo único que importa es que hay tanto que echo de menos...