marzo 12, 2007

Reflexionemos

Se equivocan de lleno. No pienso montar un numerito, ni llorar ni patalear. Espero, deseo, que estéis leyendo esto, palabra por palabra. Me desentiendo, completamente, de todo el tema. Pintad un mural, bailad una jota o jugad a la guerra nuclear. Personalmente, me da igual. Quizá, hace algún tiempo, habría prestado un mínimo de atención, hasta habría asentido con entusiasmo, pero todo caduca. Hay una anécdota en la Historia que me apetece recordar. Os la merecéis, con un fuerte abrazo y un aplauso emocionado al unísono de todos los que os tienen que mirar desde debajo de vuestros pies.

Cuando acababa la II Guerra Mundial y el Fin del Reich empezaba a verse más claro que el agua, Hitler desarrolló la pequeña manía de, encerrado en compañía de sus mapas tácticos, mover banderitas por Europa que representaban divisiones inexistentes, imaginando una nueva ola de poder que subyugaba el mundo bajo el poder Ario.

Espero que hayáis tenido la paciencia de poder leer hasta aquí, y ahora quiero imaginaros con una ceja enarcada preguntándoos, ‘¿y esta anécdota a qué viene?’ Bueno, muy sencillo: es en vuestro honor, para que os veáis reflejados. Yo elegí el mundo real: vosotros podéis seguir moviendo vuestros ejércitos fantasmales mientras imagináis que nos abatís y capturáis dominándonos por un Reich de mil años.

Vosotros mismos lo dijisteis: podéis escoger, y hemos aceptado. ¿A qué vienen ahora esos rostros de sorpresa? ¿No éramos libres? Pues como podemos escoger, yo escojo: escojo pasar del tema. Venga, a jugar a la petanca: perdedores.


Etiquetas: ,