mayo 11, 2006

Tiempo que matar



Tic-tac-tic. Hay un reloj sonando, incansable, metódico, imparable a un metro de mí. Tic-tac-tic, resuena ajeno a la vida que discurre alrededor, engastado como piedra en la montura en la muñeca de su dueña. Tic-tac-tic. Mientras escribo el cielo nublado está gris plomizo y por los agujeros del manto plúmbeo que cubre el cielo se cuela la daga de luz de los rayos cansados de un sol enfermizo. Un agujero entre las nubes y puedo vez un fragmento ínfimo del Azul. Bonito escenario para darme cuenta de que soy un gilipollas, integral e incorregible que una vez más (recurrente trama del Escritor que va haciendo correr sobre el papel de la vida la tinta sobre la que escribe mi Existencia) se ha vuelto a perder en el mismo camino.

Son las nueve de la tarde, y una hoja rojiza arrancada de las ramas del árbol que veo vuela acariciada por el viento que la hace girar, marioneta tirada de cuerdas insivibles. Estoy tan aburrido, desganado y tocado que la simple visión de la hoja girar al son del viento me atrapa en su hechizo hipnotizante. Aline ha sido la única persona que me ha arrancado hoy una sonrisa sincera y ni siquiera he visto su cara. Me he equivocado desde el principio y el silencio era la opción que debí haber escogido. Por supuesto, no lo hice. Hablé en su momento y equivoqué las palabras. Debí haberme callado. Ahora es ella la que calla y su silencio sí es doloroso. ¿Por qué quiere la gente la verdad cuando en realidad nadie la ama? ¿Porqué insistir en la verdad cuando todos preferirían no saberla?

Quizá por eso ella no la dice. Quizás por eso me mira, tuerce su rostro y como dos animales que se odian, nos ignoramos. ¿Hago lo correcto haciendo lo mismo que ella? ¿Hace ella lo correcto haciendo lo mismo que yo? Como dos novios con el corazón roto nos rehuímos para no ver en los ojos del otro el reflejo de nuestro propio sufrimiento. ¿Hago bien escribiendo esto? Ya sé las respuetas a preguntas que no he formulado. Nunca he olvidado todo lo que jamás aprendí. Estoy mirando el lado equivocado del espejo, atrapado entre dos reflejos.

He elegido torturarme yo sólo con tres látigos diferentes, de aquí a Julio, de aquí a Septiembre y de aquí a Octubre. El tiempo sigue corriendo (Bob Dylan canta con voz rota) y yo... como Sabina, sentado en la escalera, también he perdido el tranvía...

Tic. Tac. Tic.


Calle Melancolía (Joaquín Sabina)

Como quien viaja a lomos de una yegua sombría,
por la ciudad camino, no preguntéis a dónde.
Busco acaso un encuentro que me ilumine el día,
y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.
Las chimeneas vierten su vómito de humo
a un cielo cada vez más lejano y más alto.
Por las paredes ocres se desparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.
Ya el campo estará verde, debe ser Primavera,
cruza por mi mirada un tren interminable,
el barrio donde habito no es ninguna pradera,
desolado paisaje de antenas y de cables.
Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.
Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido,
que viene de la noche y va a ninguna parte,
así mis pies descienden la cuesta del olvido,
fatigados de tanto andar sin encontrarte.
Luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo,
ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama;
me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama.
Trepo por tu recuerdo como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse, soy
esa absurda epidemia que sufren las aceras,
si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy.
Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía...

mayo 09, 2006

En los árboles - El último de la fila

A veces escribo cartas para no sentirme atado,
para no aferrarme a remilgos que yo quisiera abolidos
de mi vida. De mi vida.
Y pinto de colores los sobres. En el remite soy un enigma.
Espero siempre una respuesta para sentirme
querido como los niños chicos. Como los niños chicos.
Mensajes que llegaran, papeles envolviendo una piedra.
Mensajes de cariño que rompìeran el cristal de mi cuarto.
Quién pudiese ingerir un fármaco precioso...
Convertir en realidad todos esos sueños.
Cartas que me dijesen cosas bonitas
como que vendrás a maullarme de contraseña en la madrugada
bajo mi ventana. Bajo mi ventana.
Que corriéramos campo a través, a la luz de los fulgores del alba.
Chispas blancas sobre el rojo violento. Y que hiciésemos cabañas
en los árboles. En los árboles.
Mensajes que llegaran, papeles envolviendo una piedra.
Mensajes de cariño que rompieran el cristal de mi cuarto.
Quién pudiese ingerir un fármaco precioso...
Convertir en realidad todos esos sueños.

mayo 07, 2006

Para pedirte perdón

Hace como unos diez meses que debería haber escrito esto. Hace como diez meses que debería haberte pedido perdón. Pero se fueron los días de verano y no te pedí perdón, me callé como un cobarde y jamás te pedí disculpas. Ahora ya no estás, te has ido como la niebla de otoño. No sé cuando volverás, pero da igual, porque no me quedan días de verano para pedirte perdón. Ya no se si leerás esto, pero era hora de sentirme en paz conmigo mismo, aunque tú no necesites perdonarme.

Lo siento.

Días de Verano (Amaral)
No quedan días de verano
para pedirte perdón,
para borrar del pasado
el daño que te hice yo.
Sin besos de despedida
y sin palabras bonitas,
porque te miro a los ojos
y no me sale la voz.
Si pienso en tí
siento que esta vida no es justa,
si pienso en tí y en la luz
de esa mirada tuya.
No quedan días de verano,
el viento se los llevó
y un cielo de nubes negras
cubría el último adiós.
Y fue sentir de repente tu ausencia,
como un eclipse de sol,
porque no vas a mi vera.
Si pienso en tí
siento que esta vida no es justa,
si pienso en tí y en la luz
de esa mirada tuya.
Desde esos días de verano,
vivo en el reino de la soledad. Y
nunca vas a saber cómo me siento,
nadie va a adivinar cómo te recuerdo.
Si pienso en tí
siento que esta vida no es justa,
si pienso en tí y esa mirada tuya.
No quedan días de verano...