noviembre 23, 2005

¡Dejadme en paz!

Hace poco le dije a un conocido, en respuesta a cierta expresión, que ya estaba de las mujeres hasta la bufanda. Hoy creo que por fin estoy de ellas hasta el gorro. De ellas y del mundo, de paso. De tanto surréalisme émotionnel tengo las naruces infladas como un globo del Montgolfier. Y es que no hay manera de escapar de este torbellino, mi propia pesadilla antes de Navidad (Tim Burton debe de estar removiéndose en la tumba que aún no ocupa), en el que cada día me dan bofetadas emocionals hasta en el carnet de identidad. Empiezo a sospechar que la cercanía de la Navidad afecta al subconsciente de la gente, deprimiéndola, estresándola y bañando todo en una blanca melancolía. O si no, no hay explicación.

Y es que hemos llegado a un punto en el ya no aguanto más. Los que me conocen bien saben que suelo aguantar bastante antes de explotar. Mucho me temo que he sobrepasado mi cupo de aguante por esta temporada, así que el que avisa no es traidor. Que nadie me venga ladrando estos días, porque no respondo de mí. Y es que no hay nada como una reación de bofetadas emocionales para cambiarle a uno el estado de ánimo. Es repugnante lo que uno llega a enterarse de forma indirecta. Casi es peor que cuando te sueltan las revelaciones a la cara, por lo menos cuando es tête-a-tête estás lo bastante preocupado por que la mierda no te salpique la cara como para no darte cuenta del verdadero peso de la revelación. Byron ha sido la excepción en esta categoría de celosos soplagaitas: '... y comprobar la verdad que más aborrecía' Quizá Homer tenía más razón de la que parecía cuando dijo aquello de 'No soy gay, pero lo intentaré.'

Andaduras arborícolas aparte, la verdad es que días como estas dos semanas dan para pensar que uno es gilipollas integral. Y dan ganas de empezar a repartir estopa verbal y dejar a todo hijo de Cristo verde pingando, porque la verdad, la gente es la ostia de rápida para fajar de todo dios, pero es fatal para asumir que ellos tampoco es que sean unos santos. Porque vamos, hay que ver como alucina la basca. Igual es que no me he dado cuenta y era el Día Internacional del Porro Gratis (¡ponga un porro en su vida!), porque si no es que no me explico cómo puede caber en tan pocas horas tanto desfase emocional. Y tanta gilipollez subida. Volvemos a un tiempo atrás, esa semana que estaba rodeado de Yakichanes y Danvincis, donde el hijo de la pescadera es, lo menos, técnico del CERN y el soplagaitas de la moto petardera todo un Bécquer, y yo, iluso de mí, ¡creía que eran gente vulgar, de esa de a pie! Porque aquí, todo Dios sabe de todo. Resumiendo lo presente, por si alguna mente privilegiada áún no ha captado el tono del mensaje, y como estoy harto de ser el hombre feliz, del país mágico, del barrio de la piruleta que vive en la calle de la gominola en la casa de chocolate y que está haciendo feliz a mucha gente, si la verdad, lo mejor que tiene la gente por hacer es seguirme dando por culo y darme otra ración de bofetadas emocionales, para eso, pueden olvidarse de mí.

Quizá debiera pedir disculpas por este desbarre pseudomental, si es que alguien se ha aburrido. O quizás debería felicitar al que haya llegado hasta aquí. Pero la verdad, escribiendo esto 'en caliente' como estoy y pidiendo simplemente 'un poco de por favor', la verdad es que si alguien se siente ofendido por esto, QUE SE JODA. Allá él y sus cargos de conciencia para darse por aludido y así le escueza, ego te absolvo. Como el día de la bragafácil. No quiero ni saber a qué se dedican algunas la nolche del sábado para haber causado tal revolución emocional la frasecita de marras. Y hasta aquí por hoy, creo que ya he echado bastante el bofe.

noviembre 21, 2005

Días de gris


Hace unos días mi vida se vió inmersa de repente en un torbellino de surrealismo emocional sin comerlo ni beberlo. Así, de repente, pluf y apareció como el conejo de la chistera del mago. Y así, día tras día desde esa fatídica semana castellana, hasta el punto de que no se si es que se abre una nueva etapa en mi vida (en la que pasamos de ser jardinero de rosas a sufrir los vaivenes de un surrealismo emocional que no entiendo), o es que por fin he perdido el juicio. Aunque la verdad, es que ahora, en caliente aún el último cuchillo que me atraviesa de parte a parte, pienso que de un surrealismo emocional hemos pasado a lo épico-decadente de la situación.

Hay que joderse. Son días de gris, donde todo parece ir al revés, salir torcido. Donde la tostada siempre cae por el lado de la mantequilla y cuando por fin has conseguido que en lugar de un vaso medio lleno o medio vacío no haya vaso, te clavas en el pie un fragmento del puto vaso. Ya no entiendo nada, es como si la vida se burlara de mí. "Ruinas, no ves que por dentro estoy en ruinas, mi cigarro va quemando el tiempo, tiempo que se convirtió en cenizas. Raro, no digo diferente digo raro, ya no sé si el mundo está al revés, o soy yo el que está cabeza abajo."

Me gustaría saber a qué Dios le he hecho la puñeta para tener que aguantar esto. ¿No hay manera de poder escapar de esos surrealistas días de gris?