septiembre 09, 2006

Me voy - Julieta Venegas

Porque no supiste entender a mi corazón
Lo que había en el, porque no
Tuviste el valor de ver quién soy.
Porque no escuchas lo que está tan cerca de ti
Solo el ruido de afuera y yo,
Estoy a un lado, desaparezco para ti.

No voy a llorar y decir
Que no merezco esto,
Porque
Es probable que lo merezco
Pero no lo quiero por eso me voy.

Que lástima pero adiós,
Me despido de ti y me voy,
Que lástima pero adiós,
Me despido de ti...

Porque se que me espera algo mejor
Alguien que sepa darme amor
De ese que endulza la sal y hace que
Salga el sol.

Yo que pense
Nunca me íria de ti que es amor
Del bueno de toda la vida pero,
Hoy entendí que no hay suficiente para los dos.

No voy a llorar y decir
Que no merezco esto,
Porque
Es probable que lo merezco
Pero no lo quiero, por eso me voy.

Que lástima pero adiós,
Me despido de ti y me voy,
Que lástima pero adiós,
Me despido de ti...
Me voy

Que lástima pero adiós,
Me despido de ti y me voy,
Que lástima pero adiós,
Me despido de ti y me voy.
Que lástima pero adiós,
Me despido de ti y me voy,
Que lástima pero adiós,
Me despido de ti...
Y me voy.

septiembre 06, 2006

¡Conviértete, infiel!

"Hace poco liberaron a dos periodistas secuestrados en Irak a cambio de que se convirtieran al Islam. Y por unos segundos lo hicieron, qué remedio. Como si les hubieran dicho que confesaran ser el toro que mató a Manolete.
-¿Pero tenemos nosotros cara de toros, oiga?
-O confiesan serlo o me los llevo por delante. Ustedes eligen.
-Declaro solemnemente que soy el toro que empitonó a Manolete. ¡Muuuuu...!
-Y yo, más.
Pese a la estupidez implícita en una conversión a la fuerza, los secuestradores de los periodistas cumplieron su palabra. Los secuestrados fingieron haberse convertido y recuperaron la libertad. Como si una creencia religiosa, algo tan íntimo y no visible, se pudiera imponer a punta de metralleta. Bueno, pues se ve que a ellos les vale. Muera la inteligencia.En la misma onda, leo ahora que otro fanático islamista, apoyado por el número dos de Al Queda (¿existirá de veras esa organización?), insta al mismísimo Bush y a Occidente en general a convertirse al Islam, si no quiere sufrir las consecuencias. Toma ya. Eso es evangelización, proselitismo y afán por convencer a los demás de las creencias propias. ¿Qué es eso, hombre, de ir por las buenas, como un mormón o un misionero católico, a darte palique para ver si te haces de la religión verdadera? Estos nuevos apóstoles del fanatismo islámico lo tienen mucho más claro:
-¡Eh, usted! ¿Practica el Islam?
-No, señor, yo soy ateo.
-Pues se aprende ahora mismo el Corán o lo entierro vivo.
-¡Jesús bendito!
-¡Ajá, de ateo nada! Esto es mucho peor, eres un perro cristiano. Te voy a dar...
-¡Socorro!
Y aún quedarán los que intenten convencernos de la necesidad de tolerancia, diálogo y comprensión respecto a estos muchachos tan piadosos. Ya te digo, Iturriaga. La libertad de los fanáticos, como la de cualquiera, termina exactamente donde empieza la del lector y la mía. La cuestión a no olvidar es que nadie puede llegar al fanatismo sin previo traspaso a fondo de ese límite o raya. Ante los fanáticos, pues, no cabe ya tolerancia de ningún tipo. Es demasiado tarde. O les plantas cara de inmediato o la rana de la Universidad acaba oculta tras un burka y tu en La Glorieta, como genuino toro que empitonó a Manolete.El tolerante Hitler, en fin, nos quiso un día a todos arios. Estos nos quieren hoy a todos islamistas. Pues por lo que a mi respecta, pueden esperar sentados."

(Braulio Llamero, para Tribuna de Salamanca. Autor de el blog El Peatón.)

septiembre 03, 2006

Crossing September




Habitualmente, me gustaba Septiembre. Para mí era un buen mes; agradables temperaturas, sin esos excesos asfixiantes del verano pleno, los primeros toques de dorado en las hojas de los árboles. El verano tocaba a su fin y apurabas con tus amistades los últimos días para empezar el nuevo año (porque para los estudiantes, el año empezaba en Septiembre) antes de volver a la rutina escolar. También era un tiempo de reencuentros, de caras conocidas, novedades que contar. Septiembre era un mes que caminaba entre el absoluto relax y el subidón de energía que producía enfrentarse a una nueva rutina. También había amor, claro y estabilidad, sobre todo estabilidad, un contrapuesto a veranos demasiado girantes para realmente sentirse descansado.
Este año Septiembre viste diferente. Agosto le copió el traje de hojas, y parece como si el anuncio del Otoño hubiera cambiado de empresa distribuidora; este año aún no he visto el Mar (salvo el mar de tierras desoladas de Castilla) y necesito oler salitre y sentir olas contra mi piel. Tengo necesidad vital de correr por una playa al crepúsculo, un pequeño ritual que este verano no he tenido oportunidad de hacer y que espero realizar pronto.
Tampoco hay reencuentros. Este año hay separaciones, despedidas, adioses; el preludio a la rutina anual que me espera. Dejas de ver a la gente y cada vez las ausencias son más espaciadas; las cosas dejan de ser lo que eran para convertirse en algo que no reconoces. Y este año no hay estabilidad, hay un intenso vaivén que juega a derribarme.
Se rompen demasiadas cosas.