mayo 18, 2006

Reflexivo


Aún no son las seis de la tarde de un maldito jueves, 18 de Mayo de 2006. Hay un cielo en forma de mosaico de nubes y pedazos de azul que se va abriendo poco a poco. Tengo ganas de ver llover durante horas y que el tiempo se detenga en la lágrima rosa del atardecer. Suena una canción deprimente en un sucedáneo de inglés que me enerva y me aburre, una canción apropiada para no escuchar. Me gustaría poder escribir algo alegre; do-didle-do, pero no puedo, no hay ganas, ni nada alegre que contar; y encima, hay quién te echa en cara que no tengas ganas de hablar, acusándote de un comportamiento que deja mucho que desear, ¿es que una persona que presume de conocer tanta gente y ser tan sociable y siente está tan ocupado no tiene a nadie más en el msn? Supongo que es el complejo del ombligo, o el "pues yo más"; hace tiempo que he dejado de creer en centros de universo.

Hoy no hay tic-tac que mida el paso de los segundos, sólo la maldita canción que no quiere terminar, y que me enerva por momentos, hasta casi hacerme desear gritar, gritar hasta quedarme sin aire. Su foto me ha lanzado una sonrisa fugaz y yo me pregunto de qué sirven las disculpas vacías y desganadas. Pienso que pensará de mí desde ese 16 de Diciembre que una frase errónea echó a perder cinco meses; hace falta toda una vida para que te amen y tan sólo un minuto para que te odien. "Ruinas, no ves que por dentro estoy en ruinas..." Hoy no está Aline y supongo que volverán a pasar unas cuentas semanas hasta que vuelva a hablar con ella, pero no quiero decirle que he vuelto a caer en el mismo error, en la misma rutina, en que vuelvo a estar triste, que vuelvo a perseguir quimeras.

Y sigo sin encontrar una respuesta a ninguna de las preguntas.

El Problema (Ricardo Arjona)

El Problema no fue hallarte
El Problema es olvidarte
El Problema no es tu ausencia
El Problema es que te espero
El Problema no es Problema
El Problema es que me duele
El Problema no es que mientas
El Problema es que te creo...
El Problema no es que juegues
El Problema es que es conmigo
Si me gustaste por ser libre
Quien soy yo para cambiarte
Si me quede queriendo solo
Como hacer para obligarte
El problema no es quererte
es que tu no sientas lo mismo...
Y como deshacerme de ti si no te tengo
Como alejarme de ti si estás tan lejos
Como encontrarle una pestaña
A lo que nunca tuvo ojos
Como encontrarle plataformas
A lo que siempre fue un barranco
Como encontrar en la alacena
Los besos que no me diste
Y como deshacerme de ti si no te tengo
Como alejarme de ti si estás tan lejos
Y es que el problema no es cambiarte.
El Problema es que no quiero...
El Problema no es que duela
El Problema es que me gusta
El Problema no es el daño
El Problema son las huellas
El Problema no es lo que haces
El Problema es que lo olvido
El Problema no es que digas
El Problema es lo que callas...
Y como deshacerme de ti si no te tengo
Como alejarme de ti si estás tan lejos
Como encontrarle una pestaña
A lo que nunca tuvo ojos
Como encontrarle plataformas
A lo que siempre fue un barranco
Como encontrar en la alacena
Los besos que no me diste
Y como deshacerme de ti si no te tengo
Como alejarme de ti si estás tan lejos
Como encontrarle una pestaña
A lo que nunca tuvo ojos
Como encontrarle plataformas
A lo que siempre fue un barranco
Como encontrar en la alacena
Los besos que no me diste
Y como deshacerme de ti si no te tengo
Como alejarme de ti si estas tan lejos...
El Problema no fue hallarte
El Problema es olvidarte
El Problema no es que mientas
El Problema es que te creo
El Problema no es cambiarte
El Problema es que no quiero
El Problema no es quererte
Es que no sientas lo mismo
El Problema no es que juegues
El Problema es que es conmigo...

mayo 16, 2006

Un pequeño cuento zen

Una tarde estival paseaba con su aprendiz un maestro zen por los alrededores del monasterio en el que residían. Con el ruido de sus pasos, una garza se asustó, y extendiendo sus alas alzó el vuelo alejándose de ellos. Deseando impresionar a su viejo maestro con su capacidad de observación, el aprendiz, sonriente, le dijo: "Fijáos, maestro cuán humildes y débiles son las aves, que con el sólo ruido de nuestros pasos, la garza ha huído."

El viejo maestro sonrió y no dijo nada, y satisfecho, el aprendiz continuó su camino. Caminaron unos pasos más en silencio, hasta que de súbito, el maestro empezó a golpear violentamente al aprendiz con su cayado: "¡Vuela!", le ordenaba.