abril 20, 2006

A propósito de nada

Vivimos en un mundo de sarcasmos y jodidos escarbamierdas, un mundo fláccido y retorcido donde todos úsamos máscaras para tapar los rostros y las almas (caretas para tapar otras caretas) y nos perdemos en vorágines de impulsos carnales buscando una respuesta a una pregunta que nadie ha formulado.

Vivimos en una sociedad hipócrita donde "bien" significa "psé" y el tonto es que manda. Cumplimos a la perfección esa máxima que obliga a dirigir lo que entendemos y entender lo que no dirigimos. Vivimos en un mundo "fantásmico", todos somos hombres felices del país mágico que vivimos en casas de gominola en calles de piruletas, todos estamos haciendo felices a mucha gente... menos a nosotros mismos.

Buscamos consuelo en el sexo, en el fondo de vasos de licor, en Dios, en Buda o en psicotrópicos de mala muerte porque ni siquiera sabemos de qué buscar consuelo. Este mundo es un vaso, que lejos de estar vacío o lleno, está roto en pedazos contra la pared, desperdigado en un pupurrí de fragmetos y esquirlas de cristal, lluvia hiriente de recuerdos.

Llueve sobre mojado sobre calles ensangrentadas del paso de los años. Escribo verdaderas mentiras para que nadie tome por falsedad mis verdades. Loreley ha callado y esta vez temo que su canto se haya silenciado para siempre. Y aquí sigo yo, un estandarte olvidado... que ni siquiera está seguro de seguir orgulloso que existir. Para seguir nadando como un pez entre aguas de cristal prefiero romper en pedazos el espejo a mis espaldas.

Vivimos entre tormentas de sentimientos y en torres de ideales que se derriban al paso de las hordas bárbaras de confusiones y momentos que ninguna goma puede borrar del papel, un papel escrito en sangre que sustituye a la tinta roja que se secó... Prefiero viajar agarrado a la estela de los sueños y cruzar en un segundo el universo que permanecer marchitándome entre dosis de realismo, realismo aplastado por el discurrir de los años, años que se quedaron en nada, polvo que inunda las venas, y que avejenta el mismo tiempo añejo conservado en botellas de cristal.

Si no entiendes mis palabras tampoco podrás seguirme.

¿Quieres acompañarme...?

Toma mi mano.