junio 11, 2005

HoY mE ApEtECe DeSbaRRar

Que nadie me haga caso de este extraño (sí, reconozcámoslo, también es surrealista y absurdo) escrito. Golpeado en las venas por extraños sucesos sugeridos por perversas mentes me encuentro en tal estado de confusión que cualquier cosa que pueda aparecer a partir de esta línea puede ser ligeramente peligrosa para la salud mental. Quedan avisados.

Me alegra decir que a veces basta con una bofetada metafórica de la Diosa Razón como para entender que aquello que te atormentaba... deja de hacerlo. La mejor cura es la que uno mismo se hace. ¡Debería haber entendido lo que hoy entiendo hace unos meses! Hubiérame ahorrado problemas varios.

Supongo que nada es tan extraño como los sentimientos. ¡Y es que a cada vez más me tienen en ascuas! Pero he renunciado a entenderlos, no merece la pena. Que vengan y vayan ("Ay amor, que vienes tal como te vas, es decir sin despedirte, es decir sin avisar... Ay amor, que te vas siempre como vienes, enseñando bien los dientes al marcharse y al llegar")... Al final, pasará lo que haya que pasar...

Dios... Estoy empezando a pensar que quien lea esto me empezará a tomar por un demente (o en ciertos casos próximos, por alguien aún más demente... si es que eso es aún posible)... ¡Pero es que estoy tan curiosamente entristecido y al tiempo me siento tan bien!

Si es que de soltarte del lobo a ser herido por la trovadora...

"Y mientras la distancia crece entre tú y yo... no lo entiendo."

junio 09, 2005

Réquiem

Supongo que no he podido hasta ahora enfrentarme a los fantasmas del pasado. Aunque no me lo halláis notado ésta ha sido una de las semanas más tristes en las que llevo del año. Nunca es agradable tener que acudir al cementerio a "celebrar" (creo que todo el mundo entiende que quiero decir) el aniversario de la muerte de tu abuela y de tu padre.

Es bastante patético tener que tragar saliva y hacer esfuerzos por no desmoronarse. Odio profundamente los días que van del 6 al 9 de Junio. Odio este recuerdo recurrente que después de cuatro (cinco en el caso de mi abuela) años sigue doliendo como una astilla clavada en el corazón.

Odio ese renacer anual de un dolor que por mucho que insista, sigue siendo frío, ajeno y horrendamente próximo. Da la impresión que aunque salga huyendo, de que por mucho que corra... eso sigue horrendamente cerca. Bueno, dedico lo siento a los que hoy me hallan notado amargado o quizá no haya sido el mejor conversador del mundo.

Dedico también estos versos a las personas que hoy me faltan, pero especialmente a mi padre. Os echo de menos. Te echo de menos.



Réquiem
Los días pasan veloces como breves tragos de licor,
los años se escurren como fría arena entre los dedos.
En su mirada ahora vidriosa ya no brilla su candor.
Las lágrimas de dolor me las ha arrancado el viento.
La vida abandonó su rostro ahora marchito por el dolor.
Ya no alientas, no, inútil montón de carne y huesos.
De mi propio pecho y corazón los latidos ya no siento.
Frías sus manos curtidas teñidas de sangre sin color.
De sí ya no queda más que un avejentado esplendor;
en la bruma del pasado se diluyen ahora sus recuerdos.
Su última sonrisa parece fuego clavada en mi interior.
Una brisa gélida revuelve como sus manos mis cabellos.


"Dicen que si continúas a algún lugar llegarás, debe de hacer falta bastante caminar."

junio 06, 2005

La chica de gris

Tengo la esperanza de que cuanto ella lo lea, sepa que este escrito está dedicado a su persona, y nada más que a su persona y lo que ella significa. Es normal tener la sensación de que todo lo que nos hayamos dicho está ligeramente atemperado por una cortesía forzada, pero no por ello pienso que es peor persona.

No, es encantadora, y tengo que agradecer mucho a quién me la "presentó". Realmente creo que no es consciente del verdadero favor que me ha hecho, aunque también tengo la incómoda sensación de que, en el fondo, le remuerde un poco la envidia. Quizá sólo lo hace por bromear, él el así y no importa: le debo igualmente un profundo agradecimiento.

Pero no hablemos de él.
Hablemos de ella.

¿Qué puedo decir? No tengo nada suyo... Sólo recuerdos. El reflejo de su hermosa sonrisa a través de un cristal oscuro. Unas cartas garabateadas con su escritura fina como tela de araña, llena de disculpas porque es de madrugada y se le escapan faltas de ortografía. El brillo cautivador de sus ojos en una foto. Un ciento de besos que me debe y que no me sentiré en paz hasta que me los haya cobrado, del primero al último.

Y sin embargo...

Es una delicia poder contarle las cosas que deseo. Bromear con ella o inventarnos historias estúpidas que hacen que broten carcajadas de nuestras gargantas. Un detalle a veces es más que suficiente para que piense que realmente sí es una persona que vale la pena, y aunque a veces sea extraño, aunque a veces queramos cuestionarnos qué nos debemos el uno al otro... Me siento en deuda con ella, y cada día que pasa pienso que más grande es el adeudo.

¿Porqué tengo la sensación de que por mucho que quiera devolverle el favor sólo consigo endeudarme más con ella, con sus palabras, con su apoyo?

Porque ha tenido más valor una de sus sonrisas que diez besos de otras personas.

Gracias por haber estado ahí, mi dama gris.

El veneno de la trovadora

A veces, cuando pienso en lo acaecido, veo en ello brillar el más profundo rubí del absurdo, una nimiedad tal que me hace reír a carcajadas rotas, tan ridículo me resulta. No entiendo porqué de repente muerdes y me envenenas, me haces tragar tu ponzoña, me seduces y acaricias melosa, me atacas y de muerte de hieres; no lo entiendo, mientras la distancia crece entre tú y yo que sólo haya mediado entre nosotros un beso en la mejilla y un guiño cómplice y sin embargo...

Aceptas las rosas y luego cruel las deshojas una a una tirando los pétalos al suelo, pisas sus restos y luego lloras sobre ellos. ¿Qué te hecho, trovadora? ¿Acaso mis versos desnudaron los tuyos, o acaso fue que tu baladronada fue vencida y de muerte herida por mis labios? ¿Odias acaso ser deseada, o quieres ser deseada y como una virgen en su altar de oro, ser sólo anhelada?

Dime, ¿tú también sientes? Sí, sientes, ¿pero qué sientes? ¿Acaso tus versos hablan de tí, mil gracias de tu alma me van refiriendo y sin embargo eres una mentirosa? ¿Puedes ser tan cruel con la palabra que mientes sobre tí misma y luego asiendo el amor como una daga te elevas como sacerdotisa de un culto extraño, entre humo azul y risas apagadas?

Dime, trovadora, que te he hecho. Confiesa, y al menos acaba con la incertidumbre de una noche.

Acaba ya con esta triste canción. En tus versos veo la ponzoña, huelo el veneno con el que tus labios me besan. Quita tu mano, trovadora, me quema y me da miedo. Me hace daño.

Y aquí, luchando solo cuerpo a cuerpo con la muerte, al borde del abismo, araño sombras para verte. Y ahí te alzas, orgullosa. ¡Ah! Si pudiera ahogarte como tú me ahogas..., si pudiera herirte como tú me hieres, oh, vana trovadora. ¡Aparta de mí tus versos envenenados, aparte de mí tu ánima de bardo! A soberbio, yo te gano.