junio 17, 2005

La superficie del espejo

Reconozco que hoy me han dejado a un tiempo sorprendido, herido y divertido. Me han acusado (además de ser un capullo, algo que en el contexto tenía, al menos una excusa) de ser superficial. En todo aquello que se ha visto de mí; lo cual es algo que puede ser entendible cuando conoces a una persona de dos horas en un café. Quizá lo que más de dolió fueron las alusiones a quiénes me conocían que pensaban igual. Sorprendente.

Reconozco mi parte de culpa en este turbio asunto. Sí, fue un error y reconozco que además una sobrada que está fuera de lugar en mi comportamiento, pero por la que me arrepentí sinceramente ya tantas veces que acabará perdiendo su sentido de sinceridad y parecerá una excusa barata, de esas de tómbola y feria. En vista de que mi arrepentimiento no significa nada, supongo que lo mejor es dejarlo correr. Lamento que esto acabe así, porque odio herir los sentimientos de la gente, y más cuando cometo la torpeza de meter a terceros, pero quizá podrían haber parado a pensar que estaban hiriendo los míos. De acuerdo, no se puede resolver el odio con más odio, ahí reconozco mi culpa de nuevo, pero que alguien tenga el valor de decirme que alguna vez no se le ha subido la sangre a la cabeza y ha dicho algo inapropiado.

Pero de todas formas, es ligeramente irrelevante. Puedo ser al entender de esa persona un capullo, un idiota, un subnormal y todos los cariñosos adjetivos que se le ocurran. ¿Pero superficial, yo? ¿Superficial por lo que hago, yo que estoy enamorado de las puestas de sol, que escribo poesía, que considero a los sentimientos la parte fundamental de la vida...? ¿Yo, superficial?

Impresionante.

Siendo radical, si yo te mando a la mierda y te meto una puñalada, seré un hdp, pero no un superficial, ¿o me equivoco? ¿O soy superficial por haber dicho una vez de una mujer que me atrae físicamente, y que no querría nada serio con ella porque no me aporta nada? Creo que soy sincero, nada más.

Llegamos a un momento en el que me da absolutamente igual que se fie de mí o no, que me llame lo que desee a mis espaldas, que se burle de mí o que no crea mi arrepentimiento (y por Dios que juro que nunca me sentí tan arrepentido), pero por favor...

¿Superficial, yo?

De verdad, si alguien más me cree superficial, que me lo diga. Por favor. No quiero pensar que me he estado engañando a mí mismo tanto tiempo. ¿He estado mirando el lado equivocado del espejo?

junio 16, 2005

Princesas (II): Eledhwen

Eledhwen.

Que a nadie le extrañe este nombre, es élfico, de J.R.R. Tolkien. Los que me conocen ya saben que me encanta su obra y la metahistoria de la Tierra Media. Eleldhwen significa resplandor élfico y la chica a la que "bauticé" así sabe perfectamente porqué ese nombre. Disculpen que no ponga su nombre auténtico.

Me gustaría darle las gracias por muchas cosas. Por haber estado ahí en lo bueno y en lo malo. Por haberme dado esos meses. Por todas esas miradas, besos y caricias que soñamos con cruzar. Por esa voz suya. Por esas horas colgados del teléfono. Por esos recuerdos y fantasías. Por haberme hecho recordar que yo también sabía soñar.

Eledhwen es una mujer fuerte, dura, adusta y gélida si lo desea. Que otros se queden en esa fachada. Yo he dejado atrás esa sensación, y he rozado un corazón infantil y suave. He soñado con su rosa y con sus lágrimas. Yo la defino como una rosa. Si la cojes mal te llaga la piel, pero si la tratas con delicadeza no te clavarás sus espinas y podrás disfrutar de su perfume.

Puede que hayamos tenido nuestras diferencias y que no siempre los lazos que nos han unido hayan sido agradables ("los dos sabían que los lazos del amor se hacen de espinos, los dos sabían que quererse es condenarse hasta el final", Revólver) pero es una de las mejores personas que conozco, y ya doy gracias por aquella noche en la que nos encontramos, náufragos de un vacío vital.

Gracias por haber estado cuando te necesité.

Gracias de corazón, cariño.

junio 15, 2005

Princesas (I): la de ánima de bardo

Cuando me preguntan, siempre contesto lo mismo. No la entiendo. Yo, que siempre había presumido de entender a las mujeres reconozco hoy que soy incapaz. Por completo. Sin embargo, ella es tan... ¿distinta? No lo sé, no puedo saberlo. Sólo se que me encanta perderme en sus ojos tormentosos y brillantes, que titilan como estrellas y los que veo bailar el mar embravecido.

Sólo se que me encanta el sonido de su risa, como de tintineo de cristal, como el repicar de una campanilla de plata, limpia y llena de insoportable dulzura.

Sólo se que cuando siento cerca su piel siento como mis nervios hormiguean, y se me nubla la mente.

Sólo se que es como una princesa salida de cuento, de alma de trovadora (y corazón de guerrera, lo reconozco), que tiene el don de saber confundirme, de dejarme en ascuas, de aumentar mi curiosidad y de hacerme desconectar de la odiada realidad.

Y entonces me doy cuenta que lo más importante no lo se.

Y nunca me atrevo a preguntar.

junio 14, 2005

Oh, la Raison... (Sacridelicioso)

Hoy es uno de esos días en los que la gente realmente llega a sorprenderte con su estupidez. Parece mentira que en todos los foros culturales a los que pertenezco haya varios temas sobre el asunto del catarismo, los templarios, el grial y el linaje secreto de Jesucristo, todo ello aderezado con varias conspiraciones de la Iglesia y Dan Brown citado por todos a guisa de nuevo mesías.

Pero claro, la pasajera moda se ha convertido en abonado campo para que teóricos de las conspiraciones e idiotas de museo (gilipollas aparte) alcen los estandartes del anticristianismo con dos libros a su cabeza a modo de lanza: El Código Da Vinci y el Enigma Sagrado.

Paso absolutamente de pronunciarme en contra del Código. Es una novela. No tiene valor histórico. Que sigan los necios citando a Dan Brown. He desmontado sus argumentos tantas veces que si lo vuelvo a hacer una sola vez más le pegaré una paliza al primero que me venga con la novelita a modo de biblia del necio último modelo. Es estúpido. Es una novela. Fin de la historia. Cada uno conoce sus gustos literarios, así que adelante con los faroles.

¡Pero El Enigma Sagrado! ¡Qué aberración! Cito textualmente de un foro "cultural" donde uno de los usuarios decía esto en referencia a cierto aspecto del Código Da Vinci: Si alguien sigue interesado en el tema, puedo sugerirle que lea el libro: "El enigma sagrado". Donde encontrara una investigación de tres periódista. El libro investiga, desde el nacimiento de los Templarios, la creación del priorato de Sion, y la conexión entre ello. Y Sobre los Cátaros. Fool. El libro es una colección de falacias, aberraciones y demás sensacionalismo para adeptos de las conspiraciones. Los interesados en ver mi opinión sobre ese tema pueden ir a http://www.lorem--ipsum.net/foro/viewtopic.php?t=288, donde verán las pruebas que aporto [MODE Inquisidor Belerofonte ON].

Y es que no hay nada como la credulidad humana. Me deja sin palabras. Supongo que podría desbarrar durante horas sobre la razón, la credulidad y la estupidez del hombre moderno, pero nadie me haría caso. ["Dios, si deseas que mate a todos aquellos que crean en el Enigma Sagrado, no me hagas ninguna señal..."]. Y es que si está en un libro, debe de ser cierto. ¿Cómo se me ocurre no creer en la verdad escrita del Enigma?

Tienen pruebas contundentes como esa columna visigótica del siglo XII.

Jamás pensé que yo llegaría a odiar a un libro. Pero aseguro que si el Enigma Sagrado se fuera la hoguera no tendría demasiados remordimientos. Podría mandar a la hoguera también al Código Da Vinci, pero como decían en el Club de los Poetas Muertos, "¡arranquen esa página!"; me basta con que esa famosa cita "todas las descripciones de arte, arquitectura, documentos y rituales secretos en esta novela son fidedignas" desaparezca para disfrutar de una novela de pura fantasía.

junio 13, 2005

Una promesa a mí mismo (yo y las puestas de sol)

Va a ser un escrito corto, lo sé. Pero quiero prometerme a mí mismo algo, uno de esos pequeños sueños que tengo por cumplir en un futuro que espero cercano. Reconozco que estoy enamorado de las puestas de sol, y de todas las que he visto ninguna puede compararse a cuando el Sol se pone en Bayona (Pontevedra) sobre A Concheira.

Siempre he querido ver esa puesta de sol en verano acompañado por una chica, con alguien que quieras de verdad. Ese resplandor anaranjado, esa explosión de índigos, cárdenas y cobres es un festival de luz para los ojos... Me inunda el romanticismo cuando la recuerdo: grabada a fuego en mis retinas, ese lento desangrarse del astro rey...

Por eso quiero esperar a que aparezca ella, ahora que me inunda la nostalgia. Porque sigo enamorado de esa puesta de sol.

A tí, que aún no has aparecido, te prometo esa puesta de sol.