La pecera
Hay una clase de personas que deciden que lo mejor que pueden hacer es quedarse dentro de su pecera personal, con los cristales tintados, suministro de oxígeno y con tres comidas diarias, alejado de cualquier noticia, suceso o indirecta que el mundo exterior pueda dedicarles. ¡Dios les libre! Ellos han comprado ese mundo y nadie les podrá convencer de lo contrario. Tanto mejor, su postura permite a otros ahorrarse las interminables charadas de su opinión supervitaminada y mineralizada, y que viva la Pepa.
Por alguna extraña razón, les da igual que fuera se vaya el mundo a la mierda, que les llamen esto o lo otro, que quieran hablar con ellos o mandarles a la mierda, que tengan las horas contadas o que la abuela fume maría. Ellos, glub-glub, son felices en su pecera de cristales tintados. Claro, que hay que especificar que, como os famosos espejos de la policía, los cristales de su pecera les permiten a todos verles y reírse de ellos, pero ellos son incapaces de ver nada del mundo exterior. Va a ser divertido. Tan divertido como cuando asuman las consecuencias de haber metido pirañas en el acuario.
Resumiendo: que la habéis cagado, joder; y aún no habéis sido capaces de daros cuenta. Dedicaros a la petanca, perdedores.
Por alguna extraña razón, les da igual que fuera se vaya el mundo a la mierda, que les llamen esto o lo otro, que quieran hablar con ellos o mandarles a la mierda, que tengan las horas contadas o que la abuela fume maría. Ellos, glub-glub, son felices en su pecera de cristales tintados. Claro, que hay que especificar que, como os famosos espejos de la policía, los cristales de su pecera les permiten a todos verles y reírse de ellos, pero ellos son incapaces de ver nada del mundo exterior. Va a ser divertido. Tan divertido como cuando asuman las consecuencias de haber metido pirañas en el acuario.
Resumiendo: que la habéis cagado, joder; y aún no habéis sido capaces de daros cuenta. Dedicaros a la petanca, perdedores.
Etiquetas: Estupidez humana